miércoles, 4 de marzo de 2009

UN INSIGNIFICANTE PUNTO AZUL DE CARL SAGAN

Cuando vi este video tuve la extraña sensación de creer que la vida en nuestro planeta era una especie de ensueño en el tiempo, que lo real y lo imaginario pueden llegar a confundirse. Poder ver ese pequeño y pálido punto azul llamado "Tierra" a una distancia de millones de kilómetros suponía ver en la lejanía nuestra historia, nuestros enfrentamientos, nuestro desconcierto provocado por los dogmas religiosos y, al tiempo, nuestro interés máximo por conocer absolutamente todo lo que nos rodea. Sagan explica mejor que yo esas sensaciones y lo que significa ser el habitante seis mil millones de un planeta tan ínfimo en las magnitudes del universo. Y me pregunto si esa imagen, la de desasosiego, que a mí me plantea, es la que ha llevado a la humanidad, desde sus primeros momentos, a creer en dogmas por los que no tiene que preguntar, a vivir "realidades" contadas por otros como mensajes de la divinidad. Sea como sea, ese desasosiego, es tan efímero en el tiempo como esta instantánea que ahora nos muestra nuestro hogar, la Tierra, envuelto en un rayo de luz solar a una distancia que revela la pequeñez y la grandeza del ser humano en el Universo.







Este es el texto escrito por Carl Sagan. Magnífico, acertado, ponderado...

Los comentarios de Sagan sobre esa histórica foto fueron los siguientes:

"Mira ese punto. Eso es aquí. Eso es casa. Eso es nosotros. En él se encuentra todo aquel que amas, todo aquel que conoces, todo aquel del que has oído hablar, cada ser humano que existió, vivió sus vidas. La suma de nuestra alegría y sufrimiento, miles de confiadas religiones, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de la civilización, cada rey y cada campesino, cada joven pareja enamorada, cada madre y padre, cada esperanzado niño, inventor y explorador, cada maestro de moral, cada político corrupto, cada “superestrella”, cada “líder supremo”, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie vivió ahí – en una mota de polvo suspendida en un rayo de luz del sol.

La Tierra es un muy pequeño escenario en una vasta arena cósmica. Piensa en los ríos de sangre vertida por todos esos generales y emperadores, para que, en gloria y triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de un punto. Piensa en las interminables crueldades visitadas por los habitantes de una esquina de ese pixel para los apenas distinguibles habitantes de alguna otra esquina; lo frecuente de sus incomprensiones, lo ávidos de matarse unos a otros, lo ferviente de su odio. Nuestras posturas, nuestra imaginada auto-importancia, la ilusión de que tenemos una posición privilegiada en el Universo, son desafiadas por este punto de luz pálida.

Nuestro planeta es una mota solitaria de luz en la gran envolvente oscuridad cósmica. En nuestra oscuridad, en toda esta vastedad, no hay ni un indicio de que la ayuda llegará desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos.

La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual nuestra especie pudiera migrar. Visitar, sí. Colonizar, aún no. Nos guste o no, en este momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos. Se ha dicho que la astronomía es una experiencia de humildad y construcción de carácter. Quizá no hay mejor demostración de la tontería de los prejuicios humanos que esta imagen distante de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos los unos a los otros más amablemente, y de preservar el pálido punto azul, el único hogar que jamás hemos conocido.”



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